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Discurso del Lugarteniente del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta

Discurso del Lugarteniente del Gran Maestre ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta
09/01/2018

El Lugarteniente del Gran Maestre, Frey Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta para la tradicional audiencia de principios de año.

La audiencia ha tenido lugar en la Villa Magistral de Roma. He aquí el discurso del Lugarteniente del Gran Maestre

Sr. Decano, Excelencias, Damas y Caballeros,

¡Bienvenidos! Es un placer recibirles hoy en el Palacio Magistral para el tradicional intercambio de buenos deseos al inicio del Nuevo Año. Les transmito a todos un caluroso saludo, en especial a aquellos embajadores que han asumido recientemente sus funciones. Este año celebramos esta audiencia excepcionalmente en la Sala Capitular de la Villa Magistral, dado que nuestra iglesia, Santa María de Aventino, está en proceso de restauración.

Quiero dar sinceramente las gracias al embajador de la República Checa, S.E. Pavel Vosalik, por sus palabras de aliento y por haber desempeñado su misión de Decano con dedicación y pasión, lanzando durante su misión diplomática en Roma, que desgraciadamente llega a su fin, iniciativas admirables centradas en las grandes tragedias de nuestro tiempo. Recuerdo especialmente la Conferencia sobre niños víctimas de conflictos armados, que se ha celebrado en junio pasado. Lo que más echaremos de menos de usted, querido embajador, es su compromiso constante por los ideales compartidos, y su humanidad personal.

Nuestro encuentro me da la oportunidad de repasar con ustedes un año cargado y desafiante, durante el cual la Soberana Orden de Malta ha tenido que enfrentarse a retos humanitarios sin precedentes, aportando su ayuda a los más vulnerables en numerosas regiones del mundo. Neutralidad, imparcialidad, protección de los grupos más desfavorecidos de la sociedad y asistencia a nuestro prójimo: he aquí los principios fundadores que guían nuestra misión milenaria. Para nuestra Orden, la defensa de los derechos humanos y la protección de los más indefensos (mujeres, niños, refugiados, discapacitados, ancianos, pero también minorías religiosas) son obligaciones morales que reflejan nuestro carisma cristiano.

Frente a las graves crisis humanitarias que se dan en numerosas, en demasiadas zonas del planeta, estamos con las víctimas, ofreciendo asistencia médica, psicológica y social. Estos últimos años, nos hemos concentrado en la asistencia a migrantes y refugiados, la lucha contra el tráfico de seres humanos, el apoyo a pacientes con demencia y desarrollo de nuevas terapias, y la lucha contra las enfermedades endémicas.

Nuestra misión no se limita al momento de la emergencia, sino que continúa después de que las cámaras se hayan ido y las luces se hayan apagado.  Nuestro único objetivo es aportar ayuda y consuelo, contribuyendo a reconstruir el tejido social, devolviendo la esperanza a las personas devastadas por la guerra, la violencia, la persecución o los desastres naturales.

Los desafíos humanitarios han sido graves en 2017. Basta con analizar el número de víctimas en el mundo, especialmente las víctimas infantiles, que son las más vulnerables e indefensas.  535 millones de menores residen en países donde hay declarada alguna emergencia, por causas humanas o por las devastadoras consecuencias del cambio climático. Pensemos también en los sangrientos conflictos en Sudán del Sur y en Siria, donde la violencia sigue siendo cotidiana tras casi siete años de guerra civil. Pensemos en las víctimas de la hambruna y los bombardeos en Yemen, y en la crisis que provoca la sequía en Somalia, la peor jamás registrada en el Cuerno de África.

Las migraciones consiguientes son el drama más acuciante de nuestra época. Nuestra misión como institución histórica de asistencia humanitaria es ayudar, acoger y atender a las víctimas, así como condenar cualquier intento de manipular la percepción de esta realidad. Cuando, a bordo de las lanchas de los guardacostas y la Marina italianos en el Mar Mediterráneo, nuestros médicos y enfermeros voluntarios extienden sus brazos para atrapar las manos de personas desesperadas, exhaustas y malheridas, no se preguntan si esas manos pertenecen a un refugiado político o un migrante económico, si es católico o musulmán. Se concentran en salvarlos y rescatarlos de su sufrimiento inhumano. Es un compromiso que dura ya exactamente diez años, puesto que fue en 2008 cuando el cuerpo de ayuda italiano de la Orden de Malta lanzó su primera operación de rescate en el estrecho que separa Europa y África, una vía que demasiado a menudo se convierte en tumba para miles de migrantes.

A pesar de alguna variación en el número de llegadas a las cosas italianas, el flujo de migrantes procedente de las costas norafricanas, en especial de Libia, no ha cesado, y la presión sobre Libia no parece aplacarse. El despreciable negocio que es el tráfico de seres humanos sigue creciendo, alimentándose de la esperanza y la desesperación de los migrantes que, antes de llegar a Libia, han cruzado desiertos y atravesado fronteras, víctimas de traficantes sin escrúpulos. Para erradicar esta terrible plaga, que alcanza en la actualidad niveles sin precedentes de sofisticación, hemos designado recientemente a dos embajadores que tendrán la misión específica de llamar la atención sobre este transporte ilegal de personas. En 2016, estos transportes ilegales afectaron a cerca de 20 millones de seres humanos desesperados, de los cuales más del 70% eran mujeres y niños. Nuestros embajadores trabajan en Nigeria, punto de partida de muchas víctimas de la trata, y en Ginebra. Su misión consiste en sensibilizar a las instituciones humanitarias frente a este fenómeno, y ayudar a la aplicación del protocolo de Naciones Unidas sobre prevención, eliminación y persecución del tráfico de seres humanos.

La situación en Libia está llegando a un punto crítico, como podemos ver en las imágenes procedentes de los centros de detención situados en todo el país, muchos de ellos ilegales e inaccesibles. Los migrantes que salvamos día tras día, que explican las torturas, los abusos y la violencia física y sexual a la que han sido sometidos, son los testigos de este drama. Nuestro representante libio, los representantes de las instituciones y de la sociedad civil, cuentan la misma historia. Desde hace más de dos años, el Gran Magisterio está comprometido con la promoción del diálogo sobre cuestiones humanitarias en Libia con las instituciones locales y las delegaciones internacionales. La última de dichas reuniones se ha celebrado en noviembre pasado en Túnez, durante la cual se ha debatido en profundidad sobre violaciones de derechos humanos y la necesidad de conseguir políticas locales, regionales e internacionales que garanticen la protección de las personas. Además de la delegación de la Orden de Malta, dirigida por el Gran Canciller Albrecht Boeselager, han participado en el encuentro representantes de la Unión Europea, de la Organización Internacional para las Migraciones y de Naciones Unidas. Las propuestas resultantes de esta reunión se desarrollarán y se plasmarán en un plan de acción concreto que permita resolver la crisis económica actual y el bloqueo social que vive el país, que debilita cada vez más la población libia y su infraestructura.

Con el objetivo de reforzar las instituciones libias que operan bajo la batuta del gobierno de Trípoli, internacionalmente reconocido, nuestro compromiso se desarrolla bajo la bandera de la EUNAVFOR MED, operación naval de la Unión Europea en el Mediterráneo que forma parte de la respuesta global de la Unión Europea a la crisis de los migrantes.  Junto con los guardacostas italianos, formamos a los guardacostas libios en labores de búsqueda y rescate en alta mar. Se han realizado dos cursos de rescate en alta mar a bordo del buque ‘San Giorgio’ y en la base militar italiana de Taranto, en los cuales han participado aproximadamente 160 miembros de los guardacostas y de la armada de Libia. Nuestro cuerpo de ayuda italiano prepara en la actualidad un tercer curso.

Es evidente que estas iniciativas no son más que una gota de agua en el océano, frente a las atrocidades inhumanas que constatamos en nuestra época, pero perseveramos en nuestros esfuerzos por aliviar al menos una parte de este terrible sufrimiento humano. En algún lugar una familia, un niño, o una madre podrá quizá volver a sonreír gracias a nuestro trabajo. Es lo que inspira a nuestros 80.000 voluntarios.

Además de esta labor, contamos también con proyectos de asistencia e integración a migrantes y refugiados. Tan solo en Alemania, la Orden de Malta cuenta con el esfuerzo incansable de 5.000 voluntarios y 3.000 trabajadores en este ámbito, que desempeñan su labor en cerca de 100 centros en todo el país. Con sus 25 años de experiencia, nuestros voluntarios alemanes han desarrollado cursos de integración social global que son muy eficaces. Estas iniciativas han quedado recogidas en un reciente informe sobre migración elaborado por nuestro servicio de ayuda alemán, el Malteser Hilfsdienst, que ofrece una herramienta cognitiva basada en datos científicos y numéricos, y no en respuestas emocionales no científicas. Como reconocimiento a la labor de la Orden de Malta en Alemania, se han establecido recientemente relaciones diplomáticas entre la República Federal Alemana y la Soberana Orden de Malta, que se han formalizado con la visita oficial a Roma del ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, en noviembre.

El compromiso de nuestros voluntarios no se detiene frente a muros o distancias geográficas. Nuestros equipos médicos están desplegados en los principales escenarios bélicos de Oriente Medio, aliviando los devastadores efectos del conflicto en Siria. En Turquía, un hospital en la frontera con Siria garantiza un acceso inmediato a la atención sanitaria para la población desplazada que huye de la violencia. Nuestra organización de ayuda internacional, Malteser-International-es, también apoya proyectos de lucha contra el abandono escolar entre los menores refugiados, permitiéndoles el acceso a la educación primaria. En Irak, Malteser gestiona clínicas móviles que se desplazan hasta los campos de refugiados y atienden a los heridos.

En Líbano, nuestros once centros médicos y nuestras cuatro clínicas móviles ofrecen una asistencia sociosanitaria diaria tanto a los refugiados sirios como a la población local. El objetivo de nuestras intervenciones humanitarias no es solo ayudar a las víctimas de las tragedias y las guerras, sino también atender a las comunidades de acogida, que a menudo se sienten abrumadas y empobrecidas. Nuestro compromiso ha sido recientemente reconocido por el presidente de Líbano, Michel Naim Aoun; en octubre pasado ha recibido la visita de una delegación que yo mismo dirigía, en el transcurso de la cual ha señalado la importancia de nuestros proyectos médicos y humanitarios en el país.

A través de nuestra red diplomática, que incluye nuestras misiones antes las agencias de Naciones Unidas, nuestra Orden participa activamente en el Pacto Mundial sobre Migración y Refugiados. Es el primer acuerdo intergubernamental sobre esta cuestión, y se está elaborando en la actualidad bajo la dirección de la Asamblea General de Naciones Unidas. Las propuestas del Pacto se adoptarán en la próxima conferencia sobre migración, antes de finales de 2018.

En la escena diplomática, también concentramos nuestros esfuerzos en el papel especial que desempeñan las instituciones de inspiración religiosa en las zonas de conflicto, en la ayuda a las poblaciones afectadas. Tras la Cumbre Mundial Humanitaria de 2016, seguimos esforzándonos para que se reconozca la importante labor de estas organizaciones e instituciones religiosas.

Nuestra misión de asistencia y de acogida también llega a África, en particular a Uganda, donde el número de refugiados procedentes de Sudán del Sur ha superado el millón. Presente en la zona desde hace más de 20 años, Malteser-International-es lucha en estos países contra las epidemias y la inseguridad alimentaria. La sequía empeora las condiciones de vida de las comunidades del norte de Kenia, donde Malteser-International-es presta su apoyo a un centro médico que reparte alimentos a niños desnutridos y a aproximadamente 2.500 familias. En 2017 nuestro centro en Sudáfrica, que ofrece asistencia médica y social a los seropositivos y sus familias y dirige un orfanato para niños cuyos padres han fallecido debido a esta enfermedad, ha celebrado su 25º aniversario. Para la ocasión, el Gran Hospitalario Dominique de La Rochefoucauld-Montbel ha visitado el centro en octubre, donde ha podido explicar el compromiso a largo plazo de la Orden para con los necesitados. Otro ejemplo de este compromiso es el Hospital Central de la Orden de Malta (CHOM) en Dakar, Senegal, que en 2017 ha celebrado su 50º aniversario ofreciendo ayuda y apoyo.

En la reciente visita que ha realizado el Gran Hospitalario a Moscú, ha podido también debatir con las autoridades rusas la ayuda prestada en el continente africano y en Oriente Medio. El 25º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Soberana Orden de Malta y la Federación Rusa se han conmemorado con una exposición colaborativa en Roma, con cuarenta magníficos iconos.

Hace algunos meses, el huracán Harvey en los Estados Unidos ha provocado corrimientos de terreno y destruyó la costa de Texas, causando graves daños.  Las tres Asociaciones americanas de la Orden de Malta han coordinado las labores de rescate a las víctimas. Tras el huracán Irma, que ha asolado la isla de Cuba, se ha establecido una colaboración entre las autoridades locales y Cáritas-Cuba que ha permitido la entrada de más de 100 toneladas de alimentos y fármacos, destinados a las zonas más dañadas de la isla.

En Italia, tras los terremotos que han golpeado las regiones centrales, nuestros voluntarios han intervenido y siguen cubriendo las necesidades de las comunidades afectadas.

Quisiera recordar la encíclica papal Laudato si’, en la que el Papa Francisco afirma: «Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta». Nos exhorta a considerar los aspectos e impactos sociales y éticos del nuevo paradigma de desarrollo y progreso a corto, medio y largo plazo. Nuestros trabajadores son perfectamente conscientes de los efectos violentos del cambio climático, y por esta razón tenemos numerosos programas de prevención y preparación frente a desastres como sequías, inundaciones y ciclones. En América Central, nuestras Asociaciones y nuestras embajadas siguen desarrollando importantes proyectos sanitarios. Es imposible citar todas las iniciativas dignas de alabanzas, así que únicamente citaré la misión médica con 75 médicos especialistas, apoyada por nuestras Asociaciones cubana y dominicana, que ha podido visitar a más de mil pacientes en una zona desfavorecida de la República Dominicana durante 2017. No se trata de un proyecto cualquiera escogido a lo largo de 15 años: nuestra Asociación cubana, con sede en Miami, organiza recurrentemente misiones de este tipo, ofreciendo no solo consultas médicas sino también distribuyendo grandes cantidades de fármacos gratuitos. Durante la Semana Santa, nuestra Asociación y embajada en El Salvador, junto con la Fundación Barraquer en Barcelona, ha organizado una campaña médica para operar a cientos de personas enfermas de cataratas, cuya condición les hacía temer una ceguera. En Costa Rica, tras el acuerdo de cooperación firmado en julio con el gobierno, hemos desarrollado y diversificado nuestra cooperación humanitaria y sanitaria, centrándonos en particular en los ámbitos de salud, seguridad alimentaria y reducción del riesgo de desastres.

A través de nuestra embajada en Timor Oriental, uno de los países más pobres del Sureste Asiático, hemos abierto recientemente un nuevo centro de atención primaria, centrado específicamente en niños y mujeres. En un país en el que uno de cada seis niños no llega a cumplir su primer año, víctima de enfermedades curables y de la malnutrición, este centro médico es una referencia para la mejora de las condiciones de vida en las comunidades locales. Desde hace 15 años estamos presentes en Myanmar, también en el continente asiático, donde atendemos a la población del Estado de Rakhine y representamos un apoyo importante para los numerosos refugiados sumidos en la desesperación, como el Papa Francisco recordó en su reciente visita a la zona. Hemos firmado también un acuerdo de cooperación para la prestación de asistencia sanitaria con la Comisión del Océano Índico.

Con el fin de demostrar el compromiso creciente de la Orden de Malta con el continente asiático, este año hemos organizado en Singapur nuestro primer campamento de verano para jóvenes discapacitados, en el que han participado jóvenes de Australia, Filipinas, Tailandia, Hong Kong y Singapur. Además de los campamentos nacionales que celebramos en varios países, organizamos también un campamento anual internacional para jóvenes discapacitados. La Orden lleva 30 años organizando este evento, cada año en un país europeo diferente. Este verano se ha organizado en Austria, en el mes de julio. Guardo un recuerdo muy positivo y alegre de este campamento, que he podido compartir con el presidente austriaco Alexander Van der Bellen durante su visita oficial a la Villa Magistral el pasado mes de noviembre.

Durante 90 años, Ordre de Malte France ha concentrado su compromiso en la lucha contra la exclusión social, el apoyo a los sin techo en entorno urbano, la asistencia a los discapacitados y la contribución a la investigación sobre la enfermedad de la lepra. Además de sus actividades en Francia, está presente en África occidental, con numerosos hospitales y clínicas, y en el Sureste Asiático, donde cuenta con proyectos en Laos, Vietnam y Camboya. También en Palestina, nuestra Asociación francesa hace posible la prestación de un servicio de maternidad indispensable con el Hospital de la Sagrada Familia de Belén, donde han nacido 4.000 bebés en 2017. Este centro, localizado a unos cientos de metros de la Iglesia de la Natividad, ofrece además la única unidad de cuidados intensivos neonatales de toda la región.

Debido a la gran variedad y el gran número de proyectos que llevamos a cabo en Europa, y las muchas actividades de cooperación y de partenariado en las que participamos con Estados y organizaciones, resulta imposible citar todo aquí. Pero quiero señalar que estamos extremadamente satisfechos de la calidad de la cooperación que tenemos en los distintos países.

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El año que ha finalizado ha sido un año complejo para la vida de la Orden. Hemos iniciado el proceso de reforma de nuestra Carta Constitucional, lo cual requiere tiempo y compromiso. Como he podido explicar al Papa Francisco durante la audiencia que me ha concedido en junio pasado, el proceso pretende ser tan inclusivo como sea posible, y sus pilares son el refuerzo de nuestra espiritualidad y el fortalecimiento de nuestra gobernanza, para adaptarnos a los desarrollos de nuestro tiempo y hacer frente a los actuales desafíos humanitarios. Se celebrará un seminario específico sobre esta cuestión el mes que viene, aquí en Roma. A principios de mayo, antes de nuestra tradicional peregrinación a Lourdes, se convocará un Consejo Pleno de Estado para elegir al nuevo Gran Maestre, o al Lugarteniente.

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Antes de concluir, quisiera dedicar un momento a recordar a Guillermo León Escobar, distinguido embajador de Colombia, recientemente fallecido. Nuestros pensamientos y nuestras oraciones están con su familia.

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Queridos embajadores, la labor humanitaria de la Orden de Malta es extensa y global, y no sería tan eficaz sin la acción diplomática de nuestros embajadores y su valiosa contribución. En vísperas del 70º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, quisiera agradecer a todos ustedes su aportación a la promoción del compromiso humanitario de la Soberana Orden de Malta.

Quisiera transmitirles mis mejores deseos a ustedes y su familia. Les deseo un 2018 sereno, esperando que este nuevo año traiga paz y colme de bendiciones a la humanidad, y que pueda sanar las heridas de todos aquellos que sufren.