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Discurso de S.A.E. el Príncipe y Gran Maestre Frey Matthew Festing ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta

Discurso de S.A.E. el Príncipe y Gran Maestre Frey Matthew Festing ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta
12/01/2016

El Gran Maestre Frey Matthew Festing ha recibido hoy al cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Oden de Malta para la tradicional audiencia de principios de año. La audiencia ha tenido lugar en la Villa Magistral de Roma.

He aquí el discurso del Gran Maestre

Decano, Excelencias, Damas y Caballeros,

Es un placer recibirles hoy en la Villa Magistral para el tradicional intercambio de buenos deseos al inicio del Nuevo Año. Quisiera dar las gracias al Decano del cuerpo diplomático, el embajador de la República Checa Pavel Vosalik, por sus amables y significativas palabras. Extiendo mi agradecimiento a todos ustedes, en especial a los embajadores que presentaron el año pasado sus credenciales y participan por primera vez en esta audiencia.
Lamento el fallecimiento del embajador de Cuba y del embajador de Liberia; recuerdo con gratitud su apoyo y sus contribuciones. Los recordaremos en nuestras oraciones.

Esta grata y tradicional ocasión de reunirnos tiene como tela de fondo, una vez más, un escenario internacional sumamente preocupante. El diálogo, la base de nuestra misión, tiende puentes de paz entre pueblos y gobiernos. Estos puentes, antes sólidos, están hoy salpicados de obstáculos de miedo y desconfianza, un legado amargo de la nueva ofensiva fundamentalista en tantas partes del mundo. Tal y como escribí en el mensaje de condolencias que envié al presidente Hollande tras los atentados de París del pasado mes de noviembre, «el terrorismo es el enemigo de la humanidad y una amenaza para toda la comunidad internacional».
Durante el ataque en la sala de conciertos Bataclan, la Orden de Malta respondió a la petición de ayuda de la prefectura de París, e inmediatamente envió 40 especialistas en primeros auxilios y 8 vehículos para asistir a las víctimas. De Francia a Mali, del escenario de una masacre en un centro para discapacitados en California a la guerra de Oriente Medio: las dimensiones de este conflicto se amplifican.

Vivimos en una era de conflictos asimétricos, donde las partes enfrentadas – ya no naciones sino grupos – pisotean las convenciones humanitarias que habían sido acordadas por los Estados después de siglos de atrocidades. Una era en la que los campos de batalla han sido reemplazados por ataques a colegios, hospitales, lugares públicos, y en la que las víctimas son más a menudo civiles inocentes que soldados: civiles que se ven obligados a abandonar sus hogares y embarcarse en una huída larga y peligrosa.

La odisea colectiva de 60 millones de personas en todo el mundo, una verdadera «nación en fuga», se ha convertido en el símbolo desolador de nuestra época, y ha creado un teatro de operaciones aún más complejo para las organizaciones humanitarias. La Soberana Orden de Malta ha afirmado siempre que no puede haber solución cortoplacista para el problema, y que ésta no puede consistir en muros o en eslóganes. Debemos tender puentes, y no construir muros, como ha afirmado recientemente el Papa Francisco: es la falta de soluciones políticas a largo plazo lo que conduce a estas crisis prolongadas y estos niveles sin precedentes de desplazamientos.
Lanzamos un llamamiento para que se refuercen los principios humanitarios codificados en las Convenciones de Ginebra. La Unión Europea debe trabajar conjuntamente para establecer una política común y procedimientos administrativos acelerados que permitan gestionar esta crisis humanitaria, y reafirmar sus valores clave: proteger las vidas, defender la dignidad humana y promover la tolerancia. Resulta lamentable que los refugiados huidos de Siria se vean forzados a arriesgar sus vidas para llegar a Europa.

Es preciso definir objetivos y planes a largo plazo para hacer frente a este desafío. Sin embargo, no olvidemos que seguimos hablando de cifras limitadas, en comparación con otros países adonde se ha acogido durante años a millones de refugiados. Líbano tiene el mayor número de refugiados sirios, seguido por Jordania, donde aproximadamente uno de cada diez habitantes es un refugiado; aún debilitados, estos países no se han hundido. Es esencial, vital, que se intensifique el apoyo a los países vecinos de Siria, donde las condiciones de vida de los refugiados y la población local son atroces.
Malteser-International-es, nuestra organización de ayuda internacional, presta su ayuda cotidianamente a miles de desplazados en Irak, Turquía y Líbano, ofreciendo asistencia, clínicas médicas móviles y ayuda social. En Líbano, donde uno de cada tres habitantes es un refugiado, la Asociación libanesa atiende sus necesidades ayudada por Malteser-International-es.
En alta mar, frente a las costas de la isla de Lampedusa, los médicos, enfermeros y socorristas del cuerpo de ayuda italiano de la Orden de Malta trabajan a bordo de los buques italianos que patrullan el Mediterráneo, salvando diariamente las vidas de miles de hombres, mujeres y niños desesperados. Únicamente en octubre y noviembre se ha rescatado a 1.500 personas que flotaban a la deriva. La misión de la Orden se ha ampliado recientemente al Mar Egeo, como respuesta al aumento de los flujos migratorios y de muertes desgarradoras de refugiados en su huida hacia Grecia.
En 2015 también hemos asistido a refugiados en la ruta de los Balcanes, la mayoría de ellos sirios. Nuestras actividades se prosiguen en las principales rutas emprendidas por los refugiados, con asistencia sociosanitaria y programas de integración que llevan años aplicándose en Alemania y Francia, y más recientemente en Hungría y Austria. No obstante, la crisis de los refugiados no sólo afecta a Europa, sino también a América Central y al sudeste asiático.
Esta experiencia nos ha conducido a participar como observadores en la importante cumbre de La Valeta, Malta, en noviembre, en la que participaron Estados africanos y europeos.

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Además de estas crisis humanitarias, el mundo está golpeado por epidemias y desastres naturales en varias zonas del mundo. Por ejemplo, en África (Kenia, Sudán del Sur, Costa de Marfil, Camerún y tantos otros países) la Orden desarrolla proyectos clínicos para luchar contra el ébola, la tuberculosis y el Sida. También organizamos campañas de prevención, formación para trabajadores sociales, equipos médicos móviles, y proyectos de mejora del abastecimiento en agua y alimentos. Ofrecemos igualmente un amplio abanico de servicios sociales y comunitarios. Por ejemplo, en 21 países de Sudamérica y América Central nuestra bandera ondea sobre residencias, ambulatorios, centros para niños de la calle y hogares para madres seropositivas y sus bebés.

Mientras la comunidad internacional estudia cómo reducir los efectos del cambio climático, fuente importante de pobreza en todo el mundo, la Orden de Malta ayuda a numerosas comunidades a poner en marcha acciones para contrarrestar estos mismos efectos. En el sudeste asiático, Malteser-International-es aplica programas de reducción de riesgos para luchar contra las inundaciones y los corrimientos de tierras. En muchos proyectos, fomentamos el uso sostenible de los recursos naturales, como bosques y ríos, y el empoderamiento de las comunidades locales.

En las mayores crisis, permanecemos sobre el terreno mucho después de que la comunidad internacional se haya retirado. El Decano nos ha hablado hoy de las «historias que han desaparecido de las primeras planas de los periódicos y de las cabeceras de los telediarios, pero donde el sufrimiento continúa». Son justamente estas historias las que nos preocupan. Permítanme citar a Nepal y Pakistán como ejemplos.

Ocho meses después de los dos devastadores terremotos que asolaron Nepal, las fricciones políticas y las limitaciones ambientales estaban complicando aún más la situación, ya de por sí difícil. Los trabajadores de Malteser-International-es han desescombrado la zona, alimentado y tratado a más de 70.000 personas y siguen sobre el terreno ofreciendo su asistencia médica, logística y social. El tifón que golpeó Filipinas en 2013 y destruyó miles de vidas y de hogares: otra historia olvidada por los medios. Para la Orden de Malta, sus consecuencias siguen siendo noticia. Sobre las ruinas hemos construido cientos de nuevas casas, que han resistido frente a nuevas inclemencias meteorológicas. Pude comprobarlo con mis propios ojos durante mi reciente visita oficial, y lo mencioné en mi encuentro con el presidente Benigno Aquino.
En Asia también estamos presentes atendiendo a los pobres y los enfermos, particularmente los enfermos de lepra. Para esta enfermedad apoyamos un programa de investigación sobre terapias génicas en Camboya, Laos y Vietnam.

En otros lugares, con la misma dedicación, nuestra labor atiende necesidades más convencionales pero no por ello menos urgentes. En Cuba distribuimos al día 750.000 almuerzos a los pobres, en Perú proporcionamos fármacos y atención médica a las poblaciones indígenas en zonas rurales. De Europa a Sudamérica, en decenas de residencias, hogares y centros para discapacitados y para ancianos con trastornos mentales, combinamos el antiguo espíritu de servicio y los más modernos tratamientos médicos. En Belén, nuestro Hospital de la Sagrada Familia lleva 25 años siendo el punto de referencia para miles de madres, sobre todo no cristianas. Y en nuestros campamentos de verano, jóvenes entusiastas (quizá los voluntarios del futuro) aprenden divirtiéndose los valores de la generosidad y del amor activo al prójimo, valores que harán de ellos seres humanos más sensibles y mejores adultos.

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Nuestra dimensión espiritual como orden católica religiosa, la motivación que está detrás de quiénes somos y qué hacemos, debe ser vivida y entendida como una oración que se convierte en gesto y acción para con los demás. En esto tenemos el ejemplo de nuestro amado Gran Maestre Frey Andrew Bertie, cuya Causa de Beatificación se ha iniciado en febrero. Está en curso actualmente la audiencia de los testigos.
Este carácter religioso es el hilo que conecta la vida interior de nuestros miembros y la acción exterior de nuestras peregrinaciones. El año pasado nuestros miembros y voluntarios de 42 nacionalidades ayudaron a miles de discapacitados o enfermos a participar en una peregrinación a Lourdes y a otros grandes santuarios marianos en todo el mundo. Recientemente nuestro embajador para el pueblo Rom dirigió la peregrinación de un grupo de 250 peregrinos de seis países al Vaticano, testimonio de los programas de la Orden de Malta para la integración de los Rom en la sociedad.

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En el ámbito diplomático, este año ha estado marcado por mis visitas a los jefes de Estado de Albania, Filipinas, Malta, la República de China – Taiwán y el Reino de España. Fue un placer para mí recibir en el Palacio Magistral al presidente de Lituania, y al director general de las Naciones Unidas en Viena. También he de agradecer la visita de muchos representantes de gobierno. En noviembre celebramos el establecimiento de relaciones diplomáticas con Granada, y en las próximas semanas viajaré para mantener encuentros con los presidentes de El Salvador, Honduras y Panamá. En América Central la Soberana Orden de Malta ha obtenido recientemente el estatuto de Observador extrarregional ante el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Este nuevo papel nos permitirá participar activamente en los programas regionales médicos y sociales, e intervenir eficazmente en caso de desastre natural.

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El objetivo de la Cumbre Mundial Humanitaria, iniciativa del secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, y que se celebrará en mayo en Estambul, es reformar el sistema de ayuda humanitaria. Organizamos a este respecto el simposio «Las religiones, unidas para la acción humanitaria» en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, en mayo pasado. Su objetivo fue señalar que los valores espirituales, cuando los enarbola una institución humanitaria, pueden dar un gran impulso a la lucha contra la pobreza, la enfermedad y la guerra. Un resultado importante fue la decisión del Secretariado de Naciones Unidas de organizar un acto paralelo durante la conferencia global de Ginebra sobre la Cumbre Mundial Humanitaria, celebrada en octubre y en la que participaron varias organizaciones religiosas. Se trataba de debatir los temas que surgieron en nuestro simposio.
Estas iniciativas han dado un fuerte impulso a todo el proceso, hasta tal punto que durante la Cumbre de Estambul se prevé la celebración de un evento especial sobre el papel de la religión y las organizaciones e instituciones de inspiración religiosa en el ámbito de la ayuda humanitaria. Las organizaciones e instituciones de inspiración religiosa promueven una acción comprometida, autofinanciada y políticamente independiente. La Orden de Malta tiene una historia de más de 900 años de servicio a los pobres y los enfermos, sean quienes sean y vengan de donde vengan. Estamos presentes en 120 países en los cinco continentes. Nuestra red diplomática con 106 naciones y 30 organizaciones internacionales da idea de nuestro peso internacional.

Aquí, en el Palacio Magistral, organizamos en octubre una conferencia entre las dos autoridades libias, la de Tobruk y la de Trípoli: un acontecimiento significativo. Participaron igualmente representantes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y el Ministerio italiano de Asuntos Exteriores. El encuentro fue un éxito: ambas delegaciones descubrieron que no había desacuerdos entre ellas en cuestiones de migración. Agradecieron haber tenido la oportunidad de expresar su punto de vista y señalaron los retos a los que se enfrentan, como el creciente tráfico de seres humanos y la necesidad de reforzar las leyes humanitarias en el país. Éste es un ejemplo de cómo la diplomacia humanitaria puede promover el diálogo y el entendimiento entre los pueblos.

Excelencias,

La felicitación que les transmito, a ustedes, sus familias y las naciones que tan fielmente representan, se entrelaza este año con la enhorabuena y la esperanza de este nuevo Jubileo de la Misericordia, solemnemente inaugurado por el Papa Francisco en diciembre. Me siento orgulloso de poder decir que 2.500 de nuestros voluntarios, procedentes de distintos países, ofrecerán sus servicios en esta ocasión. Durante 12 meses, trabajarán en nuestro puesto de primeros auxilios de la Plaza de San Pedro, y en las tres otras principales basílicas de Roma. Como el Papa Francisco manifestó en su Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario, la misericordia es » la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona (…) la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado». Desde esta perspectiva, el Jubileo es un momento privilegiado para reafirmar con fuerza nuestros valores cristianos. Es también la ocasión de renovar el diálogo y la cooperación entre religiones, y, hoy más que nunca, con los no creyentes.

En definitiva, mis queridos embajadores, quisiera señalar la importancia de las misiones con las cuales se han comprometido y transmitirles mis mejores deseos para 2016. Espero que sea un año cargado de oportunidades de desarrollo humano y crecimiento espiritual.

Frey Matthew Festing