Soberana y Militar Orden
Hospitalaria de San Juan de
Jerusalén de Rodas y de Malta

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El Cardenal Lajolo, recibido en la Orden

El Cardenal Lajolo, recibido en la Orden
10/01/2009

El Gran Maestre de la Orden Frey Matthew Festing recibió ayer por la mañana en el Palacio Magistral al cardenal Giovanni Lajolo, Presidente de la Comisión Pontificia del Estado de la Ciudad del Vaticano y del Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano.

En el transcurso de la reunión, el Gran Maestre impuso al cardenal Lajolo la insignia de Bailío Gran Cruz de Honor y Devoción, con lo que entra a formar parte de la Orden. En presencia de los miembros del Consejo Soberano de la Orden, de autoridades e invitados, miembros de su familia y colaboradores cercanos, el cardenal Lajolo ofreció el siguiente discurso:

Estoy muy agradecido al Príncipe y Gran Maestre de la Soberana Orden Militar de Malta, Su Alteza Eminentísima Frey Matthew Festing, por el honor que me ha otorgado hoy. Las palabras que me ha dirigido han sido extremadamente amables y generosas, y las agradezco de todo corazón.

En la concesión del honor de Bailío Gran Cruz de Honor y Devoción a un cardenal de la Santa Iglesia Católica veo – y perdónenme si lo que digo es obvio – una expresión particular del espíritu de la relación leal y de cooperación entre la Soberana Orden Militar de Malta y la Sede Apostólica.

He aceptado con gran placer este honor como nuevo lazo con esta “Orden laica religiosa, militar, caballeresca y nobiliaria por tradición”, cuyo perfil espiritual queda reflejado en sus elevados ideales – los motivos mismos de su existencia – que son extender la gloria de Dios y difundir las virtudes cristianas de amor y hermandad.

Estos ideales, supremos en esencia, han guiado a los miembros de la Orden desde sus inicios, y les han conducido primero a asistir a los enfermos de Jerusalén, privados de todo consuelo humano, y poco después a prestar su ayuda a los peregrino de Tierra Santa, expuestos a serios peligros debido a su posición. (…)

Los Caballeros de la Orden han escrito páginas gloriosas de la civilización cristiana, páginas de heroísmo humano y cristiano que aún hoy siguen mereciendo nuestra admiración, en un clima cultural y un escenario internacional completamente diferentes.

A pesar de la ocupación napoleónica de Malta en 1798, a pesar de los abusos sufridos tras el Tratado de Amiens en 1802, tras el Tratado de París en 1814, en el siglo XIX la Orden pudo resurgir (creo que puedo usar este término) gracias en particular al Papa León XIII, y abrió nuevos campos de actividad sin olvidar sus ideales originales. Al contrario, la Orden pudo encontrar nuevas aplicaciones para ellos.

Hoy, las relaciones diplomáticas de la Soberana Orden Militar de Malta con la Santa Sede y otros 101 países, sus relaciones oficiales con otros 6 países y sus relaciones oficiales a nivel de embajada con la Comisión Europea reflejan su fuerza institucional y su voluntad de otorgar una dimensión universal a su servicio, siempre inspirado en los ideales de amor y hermandad del Evangelio. He sido testigo de ello durante los años de mi experiencia diplomática como representante papal, y después como Secretario de relaciones con los Estados.

La asistencia atenta y pronta a todos, sin distinción de nacionalidad, clase o religión, otorga fuerza a un compromiso siempre renovado y efectivo, derivado de la profunda espiritualidad de las tres principales clases de la Orden, empezando por la fuerza inspiradora de los Caballeros de Justicia, y llegando al mismo impulso por el bien de innumerables personas. El principio de “obsequium pauperum et tuitio fidei”, firmemente anclado en el alma de la Orden, ha servido para configurar multitud de obras y actividades hospitalarias, en especial durante los desastres naturales, las posguerras, las situaciones de graves necesidades sociales, reuniones masivas o circunstancias de emergencia. La Orden se ha ocupado también de la formación de jóvenes voluntarios y siempre se ha centrado en las nuevas necesidades que surgen sin descanso en nuestra sociedad.

Sencillamente quisiera expresar mi admiración y gratitud por lo que los miembros de la Soberana Orden Militar de Malta son, hacen y transmiten en el actual escenario social y político de muchos países en el mundo. De esta manera, muchas ilusiones mundanas revelan su transitoria fragilidad, mientras que el amor permanece con toda su fuerza. Espero que las energías renovadas que recibirán del nuevo Príncipe y Gran Maestre, Su Alteza Eminentísima Frey Matthew Festing, les lleven a nuevos éxitos.

La hermosa Cruz en el escudo de armas de la Orden es la garantía de que su compromiso en la vida dará sus frutos. El Rosario que la rodea es señal del amor de la Madre de Dios que nunca desfallece, para que tan generosamente puedan compartirlo con otros. La Corona que preside la Cruz refleja que su soberanía difiere de cualquier otro poder terrenal, porque el amor de Cristo no duda en descender hasta el grado más profundo de la fragilidad humana y los desheredados, y justamente por esa razón crecerá más y más poderoso, libre y noble que cualquier otro poder sobre la tierra.