En la tradicional misa de Nochebuena, el Papa Francisco ha reiterado su llamamiento a la paz: «Nuestros corazones están en Belén», ha exclamado, al tiempo que advertía contra la búsqueda del poder y del éxito mundano. En la ciudad de Belén, cada diciembre, la plaza del Pesebre acoge un belén de tamaño natural, iluminado por estrellas y un árbol de Navidad de tres pisos. Coros litúrgicos actúan casi todas las noches, y el mercado navideño atrae a visitantes, cristianos y musulmanes por igual, de toda la región y de todo el mundo. Este año es diferente. «Belén está encerrada tras el muro de separación israelí y los numerosos puestos de control adicionales. La mayoría de los trabajadores no tienen sueldo ni trabajo debido al cierre y a la ausencia de peregrinaciones. La guerra está apenas a unos 65 kilómetros de distancia, pero Belén no sufre por los combates o los bombardeos, sino por la paralización de la economía», afirma Michèle Bowe, embajadora de la Soberana Orden de Malta en Palestina.

A pesar de la cancelación de casi todas las festividades navideñas por parte de las autoridades, los católicos se han reunido el pasado domingo en la Iglesia de la Natividad para celebrar la Misa del Gallo en Nochebuena.

«Este año la Navidad se parece mucho a aquella primera Navidad de hace 2.000 años. Sin regalos, sin celebraciones, sin fuegos artificiales ni festejos… sólo un niño nacido en una noche de crudo invierno bajo una estrella brillante. Las familias de Belén celebrarán la Navidad con misa, oración y sacrificio, como pidieron los Patriarcas. Esta Navidad será sombría, reflexionando sobre los recientes acontecimientos en Israel, Gaza y Cisjordania. Pero no estará exenta de esperanza», explica la embajadora Bowe.

A sólo unos pasos, el Hospital de la Sagrada Familia cuida de los bebés y sus madres como lo ha hecho durante los últimos 34 años, atendiendo a más de 4.600 recién nacidos cada año. Se han puesto en marcha dos turnos de 12 horas para limitar los desplazamientos de los trabajadores, y a los enfermeros y médicos que viven lejos de la ciudad se les proporciona alojamiento. Se toman todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad del personal del hospital. El número de nacimientos ha disminuido ligeramente en los dos últimos meses, y se ha llegado a casi 4.000 bebés nacidos en 2023. También ha descendido el número de consultas, debido a la dificultad de los pacientes que viven fuera de la zona urbana de Belén para acceder al hospital.

«Las matronas, enfermeros y médicos están preparados para atender los partos más complicados y las madres saben que pueden esperar la mejor atención, sin distinción de medios ni credos. Algunas madres, debido a las restricciones de desplazamiento, no pueden llegar al hospital para dar a luz porque es peligroso viajar de noche. Tienen que dar a luz en casa, sin atención médica», dice Michèle Bowe, subrayando el riesgo asociado a los partos en casa y la falta de asistencia médica, una de las muchas consecuencias de la guerra.

Más del 70% de la población de Belén ha nacido en el Hospital de la Sagrada Familia, hoy el mayor empleador y formador de profesionales médicos de toda la región. Es el único hospital de la región en tener las instalaciones médicas adecuadas para atender a niños nacidos antes de las 32 semanas de

embarazo. El Hospital de la Sagrada Familia recibe a menudo solicitudes para atender a los casos médicos más difíciles de la región de Belén. Por ello, en torno al 9% de todos los recién nacidos en el hospital requieren cuidados intensivos neonatales.