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Discurso de año nuevo al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Orden de Malta

Discurso de año nuevo al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Orden de Malta
09/01/2024

El Gran Maestre Frey John Dunlap ha celebrado hoy la Audiencia de principio de año con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Soberana y Militar Orden de Malta. La audiencia tuvo lugar en la Villa Magistral de Roma.

Tras el discurso del Decano del Cuerpo Diplomático, el embajador de Camerún Antoine Zanga, el Gran Maestre pronunció el siguiente discurso.

Decano, Excelencias, Damas y Caballeros,

Me complace recibirles hoy en la tradicional audiencia de Año Nuevo del cuerpo diplomático acreditado ante la Soberana Orden de Malta.

Agradezco sinceramente al embajador de Camerún, S.E. Antoine Zanga, sus palabras inspiradoras y alentadoras.

Es un honor y un placer dirigirme a un público tan distinguido, con ocasión del intercambio de buenos deseos para el Año Nuevo. Aunque ya intervine en este acto el año pasado, hoy es la primera vez que comparto con ustedes mis pensamientos y puntos de vista como Gran Maestre de la Soberana y Militar Orden de Malta.

Me gustaría hablar del papel y la relevancia de la Orden de Malta, una institución que se encuentra ahora en su segundo milenio de existencia. Y para explicar plenamente la importancia del papel de la Orden en el mundo actual, creo que es útil comprender la importante renovación que la Orden ha emprendido en el último año, sus actividades en todo el mundo, la visión de la Orden sobre las numerosas crisis que nos acosan en la actualidad, y el significado y el valor de la «diplomacia religiosa» en las relaciones internacionales.

Redescubrir nuestro pasado para forjar nuestro futuro

Mucho ha cambiado en la Orden en el transcurso de este último año, y el rápido ritmo de cambio promete continuar en el nuevo año. En el Capítulo General celebrado a finales del pasado mes de enero se eligió un nuevo Gobierno de mentalidad reformista. Trabajó en estrecha colaboración con el cardenal Tomasi, en aquel momento delegado especial del Santo Padre para la Orden, y con el cardenal Ghirlanda, en aquel momento experto en Derecho Canónico asignado al Capítulo General y hoy nuestro cardenal Patrono. Se redactaron y aprobaron un nuevo Código y una nueva Constitución que refuerzan la Orden en muchos aspectos. Y lo que es más significativo, la Orden salió del proceso de renovación habiendo redescubierto y renovado su naturaleza de Orden religiosa.

Tras una elección tan trascendental, se ha acelerado claramente el dinamismo de la actividad internacional de la Orden. Esto se aprecia especialmente si se comparan los últimos 12 meses con los años anteriores. Aquellos años estuvieron marcados por las secuelas de los trastornos causados por la pandemia de Covid, el inesperado fallecimiento del Gran Maestre Frey Giacomo dalla Torre y la transición al nuevo Código y la nueva Constitución, iniciada por el nuevo Gobierno con nuevas prioridades y objetivos.

En cuanto el nuevo Gobierno estuvo instalado, emprendimos una serie de iniciativas diplomáticas clave. En el segundo semestre de 2023, realizamos un selecto número de visitas oficiales a los socios internacionales más importantes de la Orden. El 19 de junio, visité al Pontífice en el Vaticano, donde fui recibido calurosamente por el Santo

Padre. Ese mismo mes, encabecé una delegación a la República de Malta, la isla hogar de la Orden desde hace cientos de años y gran amiga de la Orden en la actualidad. En noviembre realizamos una visita oficial a la República de Italia y fuimos recibidos amablemente por el presidente de la República Italiana. Existen, por supuesto, razones históricas y tradicionales que explican la realización de estas visitas oficiales al inicio de nuestro mandato, y también el hecho de que estos Estados solidarios a menudo ven los problemas del mundo a través de la misma lente que nosotros en la Orden de Malta.

En septiembre, reanudamos las ceremonias de presentación de cartas credenciales de los embajadores acreditados ante la Orden. Celebramos tres ceremonias en las que nueve embajadores presentaron sus credenciales. También recibimos varias visitas, en el Palacio Magistral, de destacadas personalidades institucionales de sus países, todas ellas recibidas con sumo placer. Entre estos distinguidos visitantes se cuentan: el presidente de la República del Paraguay, los presidentes de las Asambleas Parlamentarias de Bulgaria, Canadá, Eslovaquia y Lituania, los primeros ministros de Líbano y Ucrania, los ministros de Asuntos Exteriores de Italia, Armenia, Panamá, El Salvador, Costa Rica, Paraguay y Gambia, el ministro de Defensa de Italia, y los ministros de Sanidad de Armenia y Cabo Verde. En algunas de estas ocasiones celebramos también aniversarios del establecimiento de relaciones diplomáticas, algunas de las cuales se remontan a finales de los años 40 o principios de los 50 del siglo pasado.

No sólo concedemos una importancia fundamental a las relaciones de la Orden con las Embajadas acreditadas ante ella, sino que también valoramos las relaciones informales con otros países amigos, algunos de los cuales recibimos hoy. El pasado mes de octubre celebramos reuniones con algunos grupos regionales, con el fin de presentar la misión y las actividades diplomáticas y humanitarias de la Soberana Orden de Malta. Una de nuestras prioridades es ampliar el número de países con los que mantenemos relaciones diplomáticas, actualmente un grupo de 113 países que representa casi el 60% de los miembros de las Naciones Unidas. Este número se ha triplicado en los últimos 40 años, pasando de 42 en 1981 a los 113 actuales. El caso más reciente es el de la República de Gambia, con la que firmamos un acuerdo el pasado mes de septiembre.

La expansión de nuestras relaciones diplomáticas es esencial por un factor clave: podemos atender las crisis humanitarias con mayor eficacia en los países con los que mantenemos relaciones diplomáticas. Es mi ferviente deseo, y trabajaré muy duro para que ese deseo se haga realidad, que la Orden establezca relaciones con más países y organizaciones regionales.

Proveedor líder de ayuda humanitaria en todo el mundo

La Soberana Orden de Malta lleva a cabo numerosas actividades humanitarias en todo el mundo, sin diferenciar por regiones, por consideraciones políticas o por la condición de los beneficiarios desde un punto de vista cultural, religioso o social. Las numerosas actividades sobre el terreno atestiguan la naturaleza genuinamente global y el alcance de nuestra Orden.

Es en esta proyección donde la Orden demuestra su fidelidad a su vocación de servir a Nuestros Señores los enfermos y los pobres. El deber de asistir a los pobres es, en efecto, universal, y la Orden se esfuerza por reflejar esta universalidad en su enfoque de los problemas de la pobreza global. Por ejemplo, no nos ocupamos exclusivamente de la asistencia o de la ayuda al desarrollo. También prestamos especial atención a la inclusión y la cohesión sociales, ya que nos ocupamos de los pobres, las personas con discapacidad y los ancianos en muchos países clasificados como economías avanzadas.

Lamentablemente, la existencia de «nuevos pobres», es decir, los pobres que viven en Estados ricos, es una dramática realidad social, y las necesidades a este respecto han aumentado considerablemente.

Sin embargo, ayudar a los más pobres y vulnerables a nivel internacional requiere varias condiciones, en particular el respeto generalizado de algunos principios universales básicos y un marco de cooperación internacional eficaz. La Orden de Malta cree en un orden internacional basado en los principios de fraternidad humana y solidaridad. Esta es la razón por la que la Orden defiende las normas del Derecho Internacional Humanitario y se reconoce en las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.

Sólo un sistema internacional basado en principios y normas y en mecanismos de cooperación mutua, mediación y resolución pacífica de conflictos puede garantizar el disfrute de los derechos humanos y una vida digna. Por vida digna entiendo el acceso a servicios básicos, como la educación, la sanidad y a las condiciones para un crecimiento económico sostenible.

La visión de la Orden sobre las crisis actuales

La cooperación multilateral y un sistema basado en principios universales de solidaridad son también los requisitos para abordar las cuestiones fundamentales de nuestro tiempo. Se deben emplear la cooperación internacional y el respeto de los principios universales para abordar con eficacia la migración, la salud global, la deuda, el cambio climático, la transición energética y los numerosos retos, y también las enormes oportunidades, que plantea el desarrollo de la inteligencia artificial.

Por desgracia, el sistema internacional parece avanzar en la dirección contraria. Nos enfrentamos a una mayor fragmentación, a nuevas divisiones y a competencias y rivalidades estratégicas. La Orden está profundamente preocupada por la resistencia que se opone al espíritu de cooperación multilateral. Esto se ve claramente cuando las Naciones Unidas se enfrentan a situaciones en las que su mandato de paz y seguridad no puede cumplirse debido a las divisiones en el seno del Consejo de Seguridad.

Los riesgos de inestabilidad y las zonas de crisis y conflicto van en aumento. De ahí las inmensas tragedias humanitarias que se están produciendo ante nuestros propios ojos. Ucrania y Gaza son los casos más evidentes, pero otras situaciones de crisis quedan desatendidas o pasadas por alto por la comunidad internacional. Como dijo recientemente el Santo Padre, estamos viviendo una «tercera guerra mundial a pedacitos».

Cada vez que una crisis se convierte en conflicto, las consecuencias más graves las sufren los civiles, y en particular los grupos más vulnerables: niños, mujeres, ancianos, personas con discapacidad. Lo hemos visto en Ucrania y en Gaza, con informes diarios de cientos de muertos y heridos entre la población civil. No se salva ninguna infraestructura civil ni servicio social: hogares, escuelas, hospitales, fábricas, carreteras, etcétera. Recientemente, hemos sido testigos de un ataque deliberado contra la infraestructura energética, con el objetivo de cortar el suministro de energía vital para la población civil en medio de las condiciones climáticas y de vida más difíciles.

También hemos visto hospitales y operaciones de ayuda atacados por las partes en conflicto, con efectos devastadores. Esta destrucción de instituciones vitales ha acabado prácticamente con el sistema sanitario de millones de no combatientes, poniendo en peligro a sociedades enteras. Esta situación es contraria a la noción de comportamiento humano ético. La Soberana Orden de Malta reafirma su compromiso con un sistema internacional basado en normas y principios de fraternidad, cooperación y solidaridad.

Concretamente, lanzamos un llamamiento al respeto del Derecho Internacional, del Derecho Internacional Humanitario y de las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas. La Orden, a través de su diplomacia, lo ha hecho sistemáticamente durante el último año y seguirá haciéndolo. Hemos participado en actos internacionales, hemos intervenido en foros internacionales, y hemos emitido declaraciones en las que afirmamos claramente la necesidad de respetar las vidas humanas, la neutralidad de la ayuda humanitaria y la protección de los trabajadores humanitarios que llevan asistencia a quienes están en peligro.

Aun así, la comunidad internacional tiene que hacer más. Todas las entidades y organizaciones cuyo mandato y vocación están profundamente arraigados en la misión humanitaria, deben trabajar juntas para garantizar un mayor impacto y mayores esfuerzos de sensibilización de los líderes políticos, los medios de comunicación, las instituciones educativas y otros canales de comunicación pública.

Los principales foros internacionales, como el G7, el G20 y otros, deberían ser aprovechados sistemáticamente por los defensores de la causa humanitaria, para llamar la atención sobre las terribles consecuencias humanitarias y sociales de las guerras y los conflictos. La destrucción de infraestructuras se suma a los elevados costes en los que incurren los países en conflicto, pero que, en última instancia, recaen una vez más de manera desproporcionada sobre la población civil. La Soberana Orden de Malta es apolítica y neutral, pero no es insensible a la violencia y la injusticia y, desde luego, no aparta la mirada ante las tragedias humanas y las responsabilidades detrás de ellas.

Tras el estallido de la guerra en Ucrania, la Orden movilizó sus recursos en todo el mundo. Durante los dos últimos años ha llevado a cabo una amplia operación humanitaria tanto en Ucrania como en los países vecinos y en otros países para ayudar a los refugiados y a los desplazados internos. Dichas intervenciones adoptaron diferentes formas, desde ayuda médica hasta asistencia psicológica, y se localizaron

en más de 60 centros dentro de la propia Ucrania. Estimamos que el valor de la operación en su conjunto ascendió a 60 millones de euros.

No es sorprendente que la Soberana Orden de Malta conceda una importancia especial a Tierra Santa. Allí es donde nuestro Señor Jesucristo nació, vivió y difundió su mensaje de esperanza y fe. Allí fue crucificado y resucitó. Y en esa tierra se fundó hace mil años la Orden de Malta.

Por supuesto, nos horrorizaron los atentados del 7 de octubre contra ciudadanos israelíes y extranjeros en el sur de Israel. Ningún trato injusto, por extremo que sea, podrá excusar jamás la violencia, la brutalidad y la falta de toda compasión humana que caracterizaron esos atroces actos de terror. Expresamos nuestra solidaridad con las familias de las víctimas y con los rehenes que siguen en manos de grupos terroristas.

Al mismo tiempo, las escenas de destrucción, muerte y enorme sufrimiento humano que hemos presenciado en Gaza durante las últimas semanas violan los principios de humanidad. Van en contra de las normas del Derecho Internacional Humanitario y del deber de proteger la vida de los seres humanos, incluso en las situaciones de conflicto más difíciles.

La Orden tiene la intención de utilizar sus recursos para hacer frente a las trágicas consecuencias humanitarias de la situación actual en Gaza, especialmente en lo que respecta a los niños y los huérfanos, tan pronto como las condiciones sobre el terreno lo permitan.

Mientras tanto, nuestro valiente y dedicado personal continúa su valioso trabajo en el Hospital de la Sagrada Familia de Belén a pesar de las muchas dificultades.

Trabajamos también sin descanso para que nuestras intervenciones sobre el terreno sean más eficaces y diversificadas. Necesitamos actuar con rapidez en situaciones de emergencia y disponer de una gama más amplia de recursos financieros para nuestras operaciones humanitarias. El objetivo último sigue siendo prestar ayuda a los necesitados con un mínimo de procedimientos y costes y un máximo de eficacia, y con acceso directo a los que sufren.

El valor de la diplomacia religiosa

Por último, me gustaría tratar brevemente un tema poco conocido y abordado con poca frecuencia: el de la «diplomacia religiosa». Para comprender mejor la naturaleza de la Orden de Malta, hay que apreciarla en todas sus facetas: como orden religiosa de la Iglesia Católica Romana; como entidad soberana de Derecho Internacional reconocida por las Naciones Unidas y 113 países de todo el mundo; y como entidad con la misión de servir a los enfermos y a los pobres, desde los comedores sociales locales hasta la sofisticada ayuda internacional en situaciones de crisis. Por tanto, tiene mucho sentido que la Orden se muestre activa e interesada en fomentar la diplomacia religiosa en los círculos internacionales.

Las religiones son una poderosa fuente de inspiración y motivación para muchas personas y grupos de todo el mundo. En su máxima expresión, las religiones pueden

inspirar a la humanidad a hacer todo lo posible, venciendo sus temores, por cuidar de los más débiles y vulnerables de la sociedad. Una parte clave de la diplomacia religiosa es el diálogo interreligioso, que es un componente fundamental en la búsqueda de paz y justicia. El compromiso y los extraordinarios esfuerzos de casi 100.000 voluntarios de la Orden de Malta en todo el mundo son un ejemplo de cómo la religión inspira la paz y la justicia. Deseo elogiar su trabajo, especialmente el de aquellos que se enfrentan a riesgos y amenazas para su propia seguridad, y deseo rendir homenaje a sus motivaciones, basadas en la fe.

Como he mencionado antes, una de las prioridades de nuestro nuevo Gobierno es reforzar las capacidades y el alcance de nuestra red diplomática. De esta manera creemos poder promover la noción de diplomacia religiosa, en la que las entidades laicas pueden encontrar un terreno común con las entidades de inspiración religiosa, aportando mayor armonía y sentido común a la diplomacia internacional. Con este fin, celebraremos una conferencia de Embajadores de la Orden a finales de este mes, aquí en el Aventino. Será un evento de tres días que reunirá a todos los Embajadores y enviados especiales de la Orden de Malta. Debatirán diversos temas, incluidos algunos de los temas globales más relevantes para sus actividades, con la participación de destacadas personalidades externas.

Conclusión

La Orden de Malta tiene la intención de desempeñar su papel tradicional en la escena mundial como defensora de la paz y la solidaridad, y como proveedora de asistencia humanitaria. La Orden cree que cada vez es más necesaria una diplomacia humanitaria fuerte y eficaz que, en parte, puede apoyarse en un refuerzo de la diplomacia religiosa. Sus más de 900 años de historia, su compromiso con los pobres y sus numerosos logros legitiman a la Orden para actuar y ser reconocida como un actor internacional clave en este ámbito.

Por supuesto, necesitamos asociarnos con otras organizaciones afines y hacer que nuestras intervenciones sean más amplias y sostenibles. Pero, en definitiva, perseguimos nuestra misión con el mismo espíritu y los mismos objetivos que inspiraron al Beato Gerardo y a sus Hermanos en la fundación de nuestra orden religiosa, la Soberana Orden Militar de Malta.

La Orden de Malta cuenta con la relación de amistad y cooperación con sus países y con otros con los que establecerá relaciones en el futuro. En este espíritu de esperanza y dedicación a nuestra misión, les transmito a todos ustedes, a sus familias, a todo el personal de sus Embajadas, y a la población de sus países, mis mejores deseos para el Año Nuevo y nuestras oraciones por un futuro fructífero y próspero. Que la paz y el respeto a la humanidad prevalezcan sobre la violencia y la injusticia en este próximo año.

Muchas gracias.